Articulo escrito por POCOTE
La clase política al servicio de la oligarquía de este país, está totalmente desprestigiada; no sólo lo revelan las encuestas de opinión pública sino que también los programas de debate de la televisión salvadoreña, donde constantemente aparecen dirigentes, diputados y miembros “destacados” de los partidos políticos PDC, ARENA y PCN, hablando sandeces, despotricando contra sus opositores y tratando de cautivar a los televidentes con poses histriónicas y lances audaces de comediantes baratos.
En otros países donde la política es un verdadero arte, los senadores, congresistas, diputados, gobernadores y alcaldes son personas respetables y gozan del aprecio de las comunidades, demuestran, por lo mismo, cuán saludable resulta acercarse a las corrientes de opinión, pues nunca es tan cierto que una de las mayores virtudes del político es la capacidad de escuchar la voluntad colectiva, el actuar con prudencia y sabiduría. Lo han visto ustedes, amables lectores, en El Salvador? Qué piensan cuando escuchan a diputados como Donato Vaquerano, Milena Calderón de Escalón o Guillermo Gallegos del partido Arena, vociferando, destilando odio o mintiendo descaradamente?
A nivel gubernamental también encontramos funcionarios con serias dificultades para expresarse, para cumplir con sus promesas y hacer efectivos planes mínimos para satisfacer a distintas corrientes de opinión, sobre todo cuando se trata de grandes proyectos que pueden afectar el destino de una comunidad. El saber escuchar, atender y resolver ,en el límite de lo posible, los graves problemas, define al verdadero funcionario, ya no digamos a un presidente de la república. Esto naturalmente, ha de lograrse sin que el Estado pierda su condición de rector, de conductor de la política nacional. Por eso –tantas veces lo hemos apuntado!— es tan peligroso para la estabilidad de la república que el régimen que nos gobierna, a menudo no halle el rumbo, o manera de sostenerlo sin desviaciones.
Lo presenciamos en el plano interno con la elección de los magistrados y el presidente de la Corte Suprema de Justicia, así como con el nombramiento del Fiscal General de la República. Si de veras respetaramos la independencia de los Poderes y los pesos y contrapesos de la Democracia, nada tendría que hacer el presidente de la república actuando como intermediario, negociador o "facilitador"; “sugiriendo” criterios o virtudes de los hombres o mujeres para el puesto. En el caso de Honduras, este dramático episodio se ha convertido en un triunfo sobre la desbordada e ilimitadamente ambiciosa actitud de los poseedores del poder político, un hecho para lanzar dardos y venenosas acusaciones contra el gobernante salvadoreño y el partido político que lo llevó a la silla presidencial.
Los políticos de la derecha no han asumido, como ya es normal en ellos, su verdadero papel y su misión en la vida nacional. Ante semejante hecho sucedido en Honduras, no queda más que una condena unánime contra los golpistas y la exigencia de un retorno al Estado de Derecho, así lo estipula la Constitución de Honduras y así lo demanda la comunidad internacional de naciones. Desde luego, la unificada voz que se ha levantado no es un voto incondicional para continuar con la violación de los derechos humanos, la represión contra la población, el cierre de fronteras y aduanas y el alarmante toque de queda y Ley Marcial. Los diputados como Vaquerano, Calderón de Escalón, Gallegos y otras especies de la misma fauna, no sólo aprobaron el golpe militar, sino que tambien reiteraron su apoyo a los golpistas, mostrando la nula visión política y el atraso mental, así sea aconsejado y una línea de partido, de esta clase de políticos.
Los episodicos exabruptos de estos diputados (ahora están pidiendo la formación de una Comisión Legislativa para “investigar si existió o no colaboración de dirigentes del FMLN con el presidente Manuel Zelaya Rosales”, para lograr su retorno a Honduras) no podrían entenderse de no existir antecedentes que los retratan de pies a cabeza como verdaderos payasos de la política nacional. Esta clase de personas existen y se desplazan por distintas esferas, porque también hay plumíferos, “analistas” y testaferros que festejan, celebran, sus groserías o constantes “metidas de pata”, para no decirlo con el lenguaje popular.
Prendidos de un conformismo tan medroso como sectario, en el que se tiene deliberadamente confundido el patriotismo real con el oportunismo pendenciero, políticos de esta clase, al menos los que ponen en primera línea para rebuznar, únicamente toman partido para falsificar los hechos, para confundir o tratar de engañar a la población. Por ejemplo, el diputado Ernesto Angulo, de Arena, no sólo muestra cada vez que habla un odio profundo de clase, sino que calumnia y miente cínicamente, en un intento de hacer valer sus ideas o sus posiciones totalmente alejadas de la verdad; lamentablemente dentro del grupo parlamentario del FMLN no hemos visto a ningún diputado capaz de ponerlo en su sitio y destronar con argumentos e ideas convincentes sus falacias.
Para esta clase de políticos, la Constitución únicamente tiene validez cuando se trata de defender sus particulares puntos de vista o intereses, por lo demás no es Carta Magna que valga como expresión directa y fiel de los mandatos del pueblo, sino, como hemos señalado, vara de mando, apoyo incuestionable sólo para justificar y legalizar sus periódicos desmanes. Admiten, sí, que puedan introducirse modificaciones bajo ciertas circunstancias históricas o con el propósito deliberado de buscar protagonismo, pero no por demandas populares, sino por deseo o presión explícita de los grupos económicamente poderosos. Que ese deseo coincida o no con el consenso de los ciudadanos lo tienen por cosa secundaria.
Fieles a un dogma, a intereses de clase y a la sumisión, se entregan al paternalismo absoluto y dan la espalda a los clamores populares, como a las autenticas necesidades nacionales, atentos sólo a las indicaciones superiores de familias rancias, de viejos abolengos, para entonces sí aplaudirlas, aprobarlas, defenderlas a ultranza, sin reflexión ni discusión mínima en el caso. Recuerdan la aprobación de la Ley de Integración Monetaria, conocida como dolarización? ¿El aumento al Impuesto del Valor Agregado, IVA, o la venta de las empresas estatales : Telecomunicaciones, la privatización de la banca, las pensiones y la distribución de la energía eléctrica?
En el vergonzoso saqueo a los bienes de la nación, los diputados y los hombres y mujeres de la derecha recalcitrante, se han repartido por igual “los triunfos” y los “aplausos”. Los vimos con la desaparición del IRA y del IVU o con la destrucción del agro para favorecer las importaciones de cereales, “porque se reducen los costos y a la larga resulta más barato”, dijeron los defensores del neoliberalismo, como justifición de esos atropellos. Los funcionarios del entonces partido gobernante y todos sus testaferros se apresuraron a ponerse de alfombra jubilosa ante el claro dictado contra los campesinos. Cierto modo de nacionalismo estricto pudo tener justificación o validez en determinados momentos difíciles para nuestro país, pero no será así para siempre, y menos cuando se trata de promover el bienestar PARA TODOS LOS SALVADOREÑOS.
En un comentario anterior razonamos que si Arena quiere salir a flote o, al menos, merecer la confianza y la credibilidad perdida de miles de salvadoreños (no se puede ignorar que posee su base dura de votos y electores), debe renovarse, cambiar de liderazgo, de mandos medios y reformar sus direcciones departamentales y municipales. Diputados malcriados y confundidos en odio de clase y cegados por la ineptitud, no le hacen bien a ese instituto político, mucho menos al desarrollo de la política nacional.
Esta sugerencia es válida también para el FMLN, que mantiene en su seno a personas o dirigentes que no poseen cualidades para coordinar, ni mucho menos para elaborar las más esenciales ideas; esta es hora, por ejemplo, de que los responsables de las secretarías de Organización, de Ideología y de la Juventud estuvieran en el campo, promoviendo la organización masiva y la movilización, llevando alegría y entusiasmo hasta el último rincón de la patria, no sólo como un mandato estatutario, sino como imperativo para contar con reservas suficientes para los tiempos por venir. Recordemos que este gobierno termina en cinco años, los alcaldes y diputados en tres años más, mientras que los problemas y los retos de país son muchos, complicados y para largo plazo. Recuerden : se es militante no por decreto, sino por acción!
En otros países donde la política es un verdadero arte, los senadores, congresistas, diputados, gobernadores y alcaldes son personas respetables y gozan del aprecio de las comunidades, demuestran, por lo mismo, cuán saludable resulta acercarse a las corrientes de opinión, pues nunca es tan cierto que una de las mayores virtudes del político es la capacidad de escuchar la voluntad colectiva, el actuar con prudencia y sabiduría. Lo han visto ustedes, amables lectores, en El Salvador? Qué piensan cuando escuchan a diputados como Donato Vaquerano, Milena Calderón de Escalón o Guillermo Gallegos del partido Arena, vociferando, destilando odio o mintiendo descaradamente?
A nivel gubernamental también encontramos funcionarios con serias dificultades para expresarse, para cumplir con sus promesas y hacer efectivos planes mínimos para satisfacer a distintas corrientes de opinión, sobre todo cuando se trata de grandes proyectos que pueden afectar el destino de una comunidad. El saber escuchar, atender y resolver ,en el límite de lo posible, los graves problemas, define al verdadero funcionario, ya no digamos a un presidente de la república. Esto naturalmente, ha de lograrse sin que el Estado pierda su condición de rector, de conductor de la política nacional. Por eso –tantas veces lo hemos apuntado!— es tan peligroso para la estabilidad de la república que el régimen que nos gobierna, a menudo no halle el rumbo, o manera de sostenerlo sin desviaciones.
Lo presenciamos en el plano interno con la elección de los magistrados y el presidente de la Corte Suprema de Justicia, así como con el nombramiento del Fiscal General de la República. Si de veras respetaramos la independencia de los Poderes y los pesos y contrapesos de la Democracia, nada tendría que hacer el presidente de la república actuando como intermediario, negociador o "facilitador"; “sugiriendo” criterios o virtudes de los hombres o mujeres para el puesto. En el caso de Honduras, este dramático episodio se ha convertido en un triunfo sobre la desbordada e ilimitadamente ambiciosa actitud de los poseedores del poder político, un hecho para lanzar dardos y venenosas acusaciones contra el gobernante salvadoreño y el partido político que lo llevó a la silla presidencial.
Los políticos de la derecha no han asumido, como ya es normal en ellos, su verdadero papel y su misión en la vida nacional. Ante semejante hecho sucedido en Honduras, no queda más que una condena unánime contra los golpistas y la exigencia de un retorno al Estado de Derecho, así lo estipula la Constitución de Honduras y así lo demanda la comunidad internacional de naciones. Desde luego, la unificada voz que se ha levantado no es un voto incondicional para continuar con la violación de los derechos humanos, la represión contra la población, el cierre de fronteras y aduanas y el alarmante toque de queda y Ley Marcial. Los diputados como Vaquerano, Calderón de Escalón, Gallegos y otras especies de la misma fauna, no sólo aprobaron el golpe militar, sino que tambien reiteraron su apoyo a los golpistas, mostrando la nula visión política y el atraso mental, así sea aconsejado y una línea de partido, de esta clase de políticos.
Los episodicos exabruptos de estos diputados (ahora están pidiendo la formación de una Comisión Legislativa para “investigar si existió o no colaboración de dirigentes del FMLN con el presidente Manuel Zelaya Rosales”, para lograr su retorno a Honduras) no podrían entenderse de no existir antecedentes que los retratan de pies a cabeza como verdaderos payasos de la política nacional. Esta clase de personas existen y se desplazan por distintas esferas, porque también hay plumíferos, “analistas” y testaferros que festejan, celebran, sus groserías o constantes “metidas de pata”, para no decirlo con el lenguaje popular.
Prendidos de un conformismo tan medroso como sectario, en el que se tiene deliberadamente confundido el patriotismo real con el oportunismo pendenciero, políticos de esta clase, al menos los que ponen en primera línea para rebuznar, únicamente toman partido para falsificar los hechos, para confundir o tratar de engañar a la población. Por ejemplo, el diputado Ernesto Angulo, de Arena, no sólo muestra cada vez que habla un odio profundo de clase, sino que calumnia y miente cínicamente, en un intento de hacer valer sus ideas o sus posiciones totalmente alejadas de la verdad; lamentablemente dentro del grupo parlamentario del FMLN no hemos visto a ningún diputado capaz de ponerlo en su sitio y destronar con argumentos e ideas convincentes sus falacias.
Para esta clase de políticos, la Constitución únicamente tiene validez cuando se trata de defender sus particulares puntos de vista o intereses, por lo demás no es Carta Magna que valga como expresión directa y fiel de los mandatos del pueblo, sino, como hemos señalado, vara de mando, apoyo incuestionable sólo para justificar y legalizar sus periódicos desmanes. Admiten, sí, que puedan introducirse modificaciones bajo ciertas circunstancias históricas o con el propósito deliberado de buscar protagonismo, pero no por demandas populares, sino por deseo o presión explícita de los grupos económicamente poderosos. Que ese deseo coincida o no con el consenso de los ciudadanos lo tienen por cosa secundaria.
Fieles a un dogma, a intereses de clase y a la sumisión, se entregan al paternalismo absoluto y dan la espalda a los clamores populares, como a las autenticas necesidades nacionales, atentos sólo a las indicaciones superiores de familias rancias, de viejos abolengos, para entonces sí aplaudirlas, aprobarlas, defenderlas a ultranza, sin reflexión ni discusión mínima en el caso. Recuerdan la aprobación de la Ley de Integración Monetaria, conocida como dolarización? ¿El aumento al Impuesto del Valor Agregado, IVA, o la venta de las empresas estatales : Telecomunicaciones, la privatización de la banca, las pensiones y la distribución de la energía eléctrica?
En el vergonzoso saqueo a los bienes de la nación, los diputados y los hombres y mujeres de la derecha recalcitrante, se han repartido por igual “los triunfos” y los “aplausos”. Los vimos con la desaparición del IRA y del IVU o con la destrucción del agro para favorecer las importaciones de cereales, “porque se reducen los costos y a la larga resulta más barato”, dijeron los defensores del neoliberalismo, como justifición de esos atropellos. Los funcionarios del entonces partido gobernante y todos sus testaferros se apresuraron a ponerse de alfombra jubilosa ante el claro dictado contra los campesinos. Cierto modo de nacionalismo estricto pudo tener justificación o validez en determinados momentos difíciles para nuestro país, pero no será así para siempre, y menos cuando se trata de promover el bienestar PARA TODOS LOS SALVADOREÑOS.
En un comentario anterior razonamos que si Arena quiere salir a flote o, al menos, merecer la confianza y la credibilidad perdida de miles de salvadoreños (no se puede ignorar que posee su base dura de votos y electores), debe renovarse, cambiar de liderazgo, de mandos medios y reformar sus direcciones departamentales y municipales. Diputados malcriados y confundidos en odio de clase y cegados por la ineptitud, no le hacen bien a ese instituto político, mucho menos al desarrollo de la política nacional.
Esta sugerencia es válida también para el FMLN, que mantiene en su seno a personas o dirigentes que no poseen cualidades para coordinar, ni mucho menos para elaborar las más esenciales ideas; esta es hora, por ejemplo, de que los responsables de las secretarías de Organización, de Ideología y de la Juventud estuvieran en el campo, promoviendo la organización masiva y la movilización, llevando alegría y entusiasmo hasta el último rincón de la patria, no sólo como un mandato estatutario, sino como imperativo para contar con reservas suficientes para los tiempos por venir. Recordemos que este gobierno termina en cinco años, los alcaldes y diputados en tres años más, mientras que los problemas y los retos de país son muchos, complicados y para largo plazo. Recuerden : se es militante no por decreto, sino por acción!
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